De repente suena una sirena, un coche te persigue y no entiendes por qué. Pisas a fondo el acelerador y empiezas a ver borrosa la carretera. No consideras los riesgos y, en cuanto menos te lo esperas, terminas en la cuneta. A veces entendemos el emprendimiento de una manera parecida. Empezamos los proyectos deprisa, tratando de huir de lo convencional y nos olvidamos de que la velocidad desordena las ideas, que la velocidad hace que perdamos la concentración, nos distraemos y acabamos estrellándonos.
El rendimiento de una idea se relaciona más con la conciencia que con la velocidad. La velocidad nos sobrecarga y el exceso de exaltación emocional no nos permite pensar con claridad y hace que nuestra toma de decisiones sea precipitada hasta el punto de cargarnos el proyecto.
“Cuanta más ansiedad sentimos más se bloquea la conciencia y por consiguiente la eficiencia en la toma de decisiones” Ante esta clásica tendencia en la que caen muchos emprendedores hay que tener templanza, claridad y sobretodo puntería.
Pablo Santaeufemia, CEO de Bridge for Billions, incubadora global de start ups, dice que “ La mayoría de los emprendedores sólo tenemos una flecha y no podemos desperdiciarla, la meta de la incubación es ayudarte a que el disparo sea certero y aciertes en la diana”
¿En qué se traduce esta frase? Existen muy buenos emprendedores con geniales ideas alrededor del mundo, Bridge for Billions, como incubadora se encarga de optimizar las capacidades del emprendedor y el rendimiento de la idea. En definitiva, organizar, desarrollar y perfeccionar ideas de negocio son los fines principales de la incubación.
Cuando emprendes tienes que crear una pócima para tener éxito: Para el experimento social necesitas 3 recipientes que tienes que llenar de conocimiento:
El primer recipiente es la autoconciencia: Llenarlo requiere reflexión, observarnos a nosotros mismos. Debemos conocer nuestras necesidades y nuestro proyecto vital. Conocer nuestras fortalezas y nuestro panel emocional nos ayudará a aprovechar mejor las oportunidades. Sobre todo saber ¿Qué te empuja a emprender?
El segundo recipiente es el entorno: Conocer el entorno no sólo requiere hacer un análisis PESTEL ya que requiere un plus de esfuerzo emocional. Es un análisis basado en la empatía, en identificar necesidades para conectarlas con nuestra propuesta de valor. En definitiva, conocer el entorno para aprender a mejorarlo.
El tercer recipiente es el proyecto: Llénalo de confianza. Que tu proyecto se alinee perfectamente con tus inquietudes. Cree en tu proyecto tanto cómo en ti mismo. Plasma también tu contribución al mundo en este proyecto reflejando tu trascendencia en el mundo.
La fusión de estos tres contenidos activan una experiencia de emprendimiento enriquecedora para el emprendedor y para su entorno. Recuerda ¡no corras! Lo importante es conseguirlo.
Emilio Froján
Business Development Impact Hub Madrid