Manuel es un profesional que ha trabajado muy duro para ser quien es. Una persona que tras muchos años de esfuerzos y sacrificios ha conseguido reconocimiento, prestigio y una cierta comodidad financiera que le permite no tener que preocuparse de sus gastos más allá de lo razonable.
Mucha gente envidia su vida. Le admiran allá donde va. Le invitan a todos los actos y festejos. Suele recoger premios cada poco tiempo. No le faltan admiradoras que le ayuden a saciar sus deseos. Es lo que se dice un emprendedor de éxito. Se siente muy cómodo con lo que hace su empresa. Está orgulloso de sus logros, ha conseguido trabajar a muy alto nivel. Desde fuera parece una vida perfecta.
Sin embargo, hay momentos en los que a Manuel le aborda una frustración interior, una sensación de que no está donde tiene que estar, de que en la vida hay algo más. Le sucede cuando está más relajado, normalmente justo antes de dormir. En ese momento, Manuel sueña con hacer algo que realmente le apasione, que le llene completamente.
Se ve a sí mismo involucrándose en actividades que le hacen sentir que su vida realmente tiene sentido, que le conectan con su verdadero ser, que muestran que además de hablar puede hacer, que contribuye al planeta y a los demás. Sueña con crear una familia, con encontrar y mantener el amor, disfrutando de él cada día, sintiendo esas cosas que solo se sienten en pareja.
No se puede imaginar retirándose sin haber hecho esas cosas, sin haber contribuido a resolver aquellas cosas que realmente le importan, pero que no suele mostrar.
Al despertar suele sorprendese a si mismo preguntándose:
¨Tengo mucha integridad trabajando, me gustan las personas con las que trabajo. Entonces, por qué siento que es tiempo para hacer algo nuevo, diferente. Por qué siento que estoy perdiendo algo fundamental. Por qué tengo la sensación de que, a cambio de este éxito, estoy sacrificando demasiado tanto a nivel personal como familiar, que estoy dejando muchas cosas importantes por el camino.…¨
En esos momentos, Manuel comienza rápidamente su actividad y, como cada día, logra anestesiar sus pensamientos con estrategias efectivas. Con éxito, como él siempre hace las cosas: jornadas intensivas de trabajo, razonamientos avanzados, excusas enrevesadas, conocidos que le dicen las cosas que quiere escuchar. Auto-mentiras que funcionan…. hasta la hora de dormir.
En algunas ocasiones no puede evitar encontrarse en su vida con personas que le hacen reflexionar, de una u otra manera, sobre las siguientes cuestiones:
¿Qué es una realidad hoy en día que haría llorar a tu yo de 8 años? o ¿De qué te arrepentirás en tu lecho de muerte?
¨Probablemente no estarás pensando en la cantidad de dinero que hicistes. Te darás cuenta que hubiera sido mejor haber seguido tu corazón¨ es siempre la conclusión.
Y eso a Manuel le retuerce, le enoja. La reacción siempre es la misma. Termina culpándolas de esas sensaciones y las aleja con mil excusas… de esta manera consigue no tener que enfrentarse a sus fantasmas.
Así transcurre la vida de Manuel, con su días y sus noches. Hasta que repentinamente se despierta en mitad de la noche. No puede parar de repetirse aquellas irritantes preguntas.
Como siempre en esos momentos, intenta levantarse para ponerse en acción. Esta vez todo es diferente. No puede moverse, está paralizado. Una extraña sensación le hace sentir como una persona mayor en el lecho de muerte. Extrañamente, se siente tanto con la sabiduría y la experiencia acumulada de la vejez, como con la necesidad de tener que enfrentarse a la verdad, a la realidad que había estado evitando. Algo nada agradable para él, absolutamente nada.
Le empiezan a inundar recuerdos y frases que se suele repetir a sí mismo, verdades crudas, deseos genuinos, auto-mentiras y engaños. Se ve a sí mismo desde fuera, como si estuviera mirando para atrás en su vida, desde el momento final:
¨¿Qué dirá mi familia? Pensarán que estoy loco por plantearme la posibilidad de querer seguir mi pasión. Mis socios pensarán que les traiciono, algunos de mis amigos creerán que fantaseo, tal vez no me acepten igual, no podré ir a navegar siempre con ellos. Sé que me desean el bien, pero tal vez la vida que ellos quieren no es la que yo quiero…¨
Elige bien quién te juzga
En ese momento se recordaba evitando a las personas que realmente le empujaban a perseguir lo que realmente quería. No debía haberse enfadado con ellas, haberlas culpado de la desazón que le sobrevenía, haberlas alejado para que no le recordaran lo que realmente quería.
¨Ojalá las hubiera escuchado más…¨ – musitó.
No mates al mensajero.
Se dio cuenta de que precisamente aquellas personas eran las que hay que mantener cerca porque son las que te ayudan a crecer, a ser quien realmente quieres ser. Ellos no eran la causa, sino la oportunidad, la ayuda necesaria.
¨Tenía que haber agradecido, no culpabilizado. Lo fácil era deshacerse del mensajero, pero ahora me doy cuenta de que no es lo mejor¨ – se dijo.
¨Tal vez si hubiera aprendido esto antes no habría tenido el estilo de vida que me llevó a perder a mi pareja, a estar hospitalizado en más de una ocasión…¨ – se lamentó.
Nunca será el momento adecuado
¨Estoy trabajando duro, haciendo un buen trabajo. Me gusta haber conseguido una situación en la que puedo ir a cenar si quiero, o derrochar en algo sin tener que preocuparme¨ – veía como se decía a él mismo de joven.
En ese momento pensaba que no podía permitirse una caída salarial, volver a formarse para construir una nueva carrera profesional.
¨Ese momento llegará ¨ – se recordó diciéndose a sí mismo.
Sin embargo el momento nunca llegó, siempre encontraba una excusa. Ahora lo sabía.
Es cuestión de preferencias
¨No hay nada que desee más que encontrar a alguien especial, pero cada vez es más difícil…. nadie está a mi altura… nadie me acepta como soy… estoy muy ocupado…estoy centrado en mi carrera profesional¨ – recordaba justificarse con sus amigos.
¡Como se engañaba! Ahora se daba cuenta de la causa por la que sus relaciones dejaban de funcionar. No siempre eran los demás
¨Si alguna vez, como hacía en los negocios, hubiera analizado el tiempo que dedicaba a cada dimensión (familia, amigos, amor, ocio, trabajo)¨ – se dijo- ¨Me hubiera dado cuenta del mapa real de mis preferencias. Me hubiera dado cuenta de que mi realidad era diferente a lo que deseaba, hubiera podido cambiar la proporción y no autoengañarme… Cuánta razón tenían quienes me lo decían en ese momento. Cómo me gustaría poder decírselo ahora, pedir disculpas….¨
Lo más importante es disponer de tiempo
Según seguían apareciendo pensamientos comprendió que aunque el dinero es importante y le ha permitido comprar todas las cosas que le han hecho creer temporalmente que era feliz, el dinero no puede comprar tiempo. Ahora entiende que el tiempo es el activo más valioso.
¨Por qué me dediqué a algo que no me permitía pasar tiempo haciendo lo que realmente quería ¿de qué me ha servido?¨ – se desesperó.
En ese momento pensó que, si pudiera volver para atrás….
¨No se permitiría dedicarle más tiempo a cosas que no son realmente su prioridad. Nunca más cambiaría una tarde con amigos por un informe, nunca más dejaría de hacer cosas con la familia o volvería a dejar a alguien que ama por temas laborales. Tal vez así no habría perdido a su gran amor ¡Ay! ella… ¨
¨El tiempo es como el agua con el que riegas las plantas, si no dedicas tiempo a lo que realmente te importa, finalmente eso se marchita¨ – se dijo a si mismo.
En ese momento le vino la fría y angustiosa comprensión de que había estado toda su vida tirando por la borda lo más preciado que tenía, el tiempo…. ¨¡Ay!¨
No vivas esclavo del estatus social
Ahora vio con claridad que durante toda su vida se había dedicado a conseguir y mantener un estatus social que no le hacía feliz. Estaba con gente que realmente no le llenaba, compraba cosas que realmente no quería, gastaba más dinero de la cuenta para presumir de cosas que no le importaban….
Se dio cuenta que la gente que realmente admiraba había conseguido su estatus siguiendo su pasión, siendo coherentes. Que realmente era posible hacer lo que a uno le llena y mantener el estilo de vida que quieres.
Había vivido toda su vida trabajando duro para jubilarse y tener dinero para divertirse.
¨Como había sido tan tonto ¿Qué sentido tiene disfrutar de uno mismo sólo en los últimos años de vida? ¿No hubiera sido mejor hacerlo durante toda la vida?¨ – se dijo con resignación.
¿Qué te gustaría estar haciendo realmente?
Siempre soñaba con hacer cosas que en ese momento parecían una utopía.
¨Me encanta crear historias y personajes, crear espacios donde la gente pueda apreciar los mundos que configuro ¨- Pensaba de joven. Eso era lo que realmente le motivaba.
Pero a continuación se decía- ¨Estoy loco ¡vaya quimera!¨
Siempre había una excusa ¨lógica¨ Cuando leía de gente que lo conseguía, buscaba una justificación para convencerse de que era imposible, que no podía hacer algo al respecto. Siempre encontraba motivos para justificarse: el dinero que ganaba, la comodidad de una vida asentada, que cambiaría en el futuro, normalmente mañana, etc.
¨Si valoras aspectos como el dinero por encima de tu salud o tu pasión, del amor o la familia, es cuando uno entra en un círculo vicioso de miseria. El trabajo deja de ser una carrera o un viaje excitante, se convierte en una molestia del cuerpo y la mente que uno tiene que resolver. ¨ comprendió.
Se recordó diciéndose ¨Sé que hay un montón de gente ahí fuera que están viviendo haciendo lo que les gusta, pero eso no es posible para mí. No creo que pueda conectar con gente de esta manera… Seguro que es sólo un privilegio reservado para unos pocos afortunados¨ se convencía.
Ahora sabía que lo que se escondían tras estas racionalizaciones era sus propios miedos.
¨Si no hubiera permitido que mis miedos guíasen mi vida. Por mucho que pensaba que era mi mente quien decidía¨
Y en ese momento recordó las historias de emprendedores sociales que cambiaron su vida y consiguieron levantar proyectos llenos de propósito. Famosos y reconocidos como Muhhamad Yunus, anónimos como aquellas historias que leía en aquel blog de emprendedores sociales. Cuánto les admiraba y qué poco lo admitía.
Hay que ser valiente
Manuel recordaba que todas las mañanas se levantaba estresado por el trabajo. No fallaba.
Ahora se daba cuenta de que no era una manera de disfrutar la vida.
¨Trabajando al menos 6 días a la semana, una media de 10 horas al día realmente no le hacía sentir bien y mucho menos que estaba viviendo la vida al máximo¨ – pero siempre encontraba una justificación para seguir.
¨¡Ay! Si no me hubiera mentido tanto, si hubiera escuchado mis emociones ¡Si las hubiera seguido sin tanto pensar! Seguro que habría ido a trabajar a ese proyecto tan maravilloso en la costa. Con aquella persona tan especial. Era una oportunidad que su corazón le decía que tenía que seguir¨
Pero no lo hizo. Y ahora se encontraba lamentándose pensando qué hubiera pasado si se hubiera atrevido.
Todo será maravilloso, pero tendrás que esperar para saberlo
En ese momento Manuel comprendió las palabras de Steve Jobs ¨no puedes conectar los puntos hacia adelante, sólo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tenéis que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tienes que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, tu corazón, lo que sea¨
¨Así que es verdad¨ se dijo ¨Sólo mirando al pasado se puede entender por qué tenía que hacerlo. Solo siguiendo el corazón tenia que haber decidido mi futuro¨
Hasta que no lo intentas no sabrás que es posible
La angustía le iba sobrecogiendo el corazón. Tanta claridad le hizo entender que tenía que haber permitido emerger al extraordinario visionario que todos llevamos dentro, haberle permitido que se vuelva loco. Cuando se consigue se es mucho más feliz, porque se está persiguiendo aquello que uno realmente quiere, que le llena. No hay dinero para pagar eso.
¨Si lo hubiera entendido antes…¨ se resignaba.
Y de repente, le sobrevino una nueva frase que alguna vez le habían dicho:
¿Te gustaría que merezca la pena para alguien leer tus memorias?
La vida es muy corta para no hacer lo que realmente te llama
Estas palabras empezaron a retumbar en su cabeza, a rebotar como el eco en su interior. Ahora lo veía todo claro.
– ¨¿Por qué había sido tan tonto?¨
Empezó a sentir vértigo, como si se cayera a un abismo sin fin. Quería agarrarse a algo y no podía, a alguien pero nadie aparecía. Era horroroso…
Haz algo diferente, ya.
Y cuando creía que no podía más, de repente, Manuel abrió los ojos. Estaba empapado. El corazón le latía a mil. Un poco desorientado, se dio cuenta que podía volver a moverse. Una enorme sensación de alivio le lleno.
Tenía muy claro lo que había soñado ¿o tal vez vivido? Daba igual. No importaba más.
Se levantó de la cama. Ese día decidió cambiar su patrón y aplicar aquello que había aprendido con esa experiencia. Estaba decidido: no quería verse en esa situación en la realidad, dentro de 40 años. No iba a tener una segunda oportunidad. Empezaría ya.